Capacitación y profesionalización docente

 Capacitación y profesionalización docente

Ustedes que opinan ¿La labor docente está siendo valorada como se debe en cuanto, económica y social se refiere? ¿A quién o quienes debemos esta "infravaloración" en algunos estratos de nuestra sociedad?
Así como la capacitación docente requiere ser pensada para profesionales de la educación, también ella puede contribuir al logro de la profesionalización de los maestros. En el primer aspecto, se parte de la concepción de docentes comprometidos, idóneos en su oficio, reconocidos socialmente, capaces de determinar autónoma y responsablemente lo que consideran mejor para el desempeño de su oficio y, así mismo, aptos para decidir sobre su propia capacitación, con argumentos sólidos, claros e ilustrados acerca de las necesidades de la educación del país y de los alumnos.
El segundo oscurece en parte el anterior, por cuanto el oficio de maestro es considerado semiprofesional o desprofesionalizado, tal como y lo documenta la literatura revisada.
La ausencia de profesionalización docente aparece asociada al baso estatus del oficio, a su escasa valoración social, a su baja remuneración, a las inciertas y no cualificadas condiciones de desempeño laboral, al poco atractivo que ejerce el oficio entre poblaciones jóvenes y competentes, a la pérdida de credibilidad frente a los alumnos, a las escasas perspectivas de carrera, a la insuficiente o nula responsabilidad por los resultados y la deficiente calidad de la formación y capacitación en servicio.
No obstante los problemas de profesionalización, se requiere que la formación permanente contribuya al encuentro de su estatus superior para el maestro, en la perspectiva de un cambio cultural de su profesión. Existe "consenso a la hora de reconocer que la mayor autonomía de que se dota a los centros escolares y las exigencias más complejas del trabajo pedagógico destinado a formar capacidades que requiere el desempeño en la sociedad demandan mayores niveles de profesionalidad por parte de los educadores" (Tedesco, 1995: 167).
La profesionalización puede entenderse de dos maneras: como mejoramiento de las condiciones de trabajo del maestro y como desarrollo de su "capacidad profesional" (Tedesco, 195: 169), o sea, lograr las aptitudes y competencias necesarias para el desarrollo de una buena docencia. Si bien la profesionalización no es posible sin modificar las condiciones de trabajo, en especial en lo que concierne a los sistemas de remuneración y promoción y al reconocimiento social, el otorgamiento de mejores condiciones no garantiza un mejor nivel profesional ni una mejor docencia, menos aun cuando se conceden sin atender el desempeño laboral.
Los esfuerzos de formación del docente, tanto inicial como permanente, realizados hasta ahora no han dado lugar a un mejoramiento de su estatus laboral y profesional, ni han impactado en su reconocimiento social, ni contribuido a la construcción cualificada de su oficio como profesional. Se aduce como posible explicación la dificultad para contrarrestar la fuerte influencia de otras variables, como el origen social de los docentes y la alta proporción de mujeres (Tedesco, 1995; 168).Ello lo ha llevado a que considere que "la educación es una actividad donde la profesionalización integral no sería posible ni conveniente", pues "una cantidad significativa de decisiones que el docente tiene que asumir están basadas en opciones éticas, determinaciones culturales, apreciaciones subjetivas y teorías de escasa corroboración empírica.
Desde este punto de vista, sería posible postular de manera favorable a una hipótesis basada en la desprofesionalización" (Tedesco, 1995: 168-169).
Para responder a los desafíos planteados es necesario tener una visión profesionalizante de largo plazo. Sin embargo, "debido a las deficiencias de formación inicial y en el empleo en muchos países en desarrollo, a corto plazo, lo más importante tiene que ser, por necesidad, atender las necesidades acuciantes de tipo pedagógico de los maestros en ejercicio, compensar las deficiencias de su formación anterior y reformar las prácticas actuales de formación de maestros en el empleo" (Burke, 1996: 580).
Por consiguiente, se requiere una capacitación que actúe en dos vías: el fortalecimiento de la capacidad profesional del docente y su adquisición de herramientas básicas para enseñar de acuerdo con las demandas del mundo moderno. De esta manera puede contribuirse a la redefinición del rol del educador en el contexto de la "sociedad del conocimiento".
Profesionalizar significa ir "más allá del reconocimiento social. Se define a partir de los elementos constitutivos del quehacer docente necesario para el mejoramiento de la calidad y equidad de la educación es un quehacer profesional". Se distingue de un quehacer técnico u operativo por cuatro aspectos: 1) sus miembros "ejercen una tarea en la cual resuelven problemas complejos y, por lo tanto, tienen un gran autonomía en su labor"; 2) para ejercer la autonomía, "el profesional debe tener dominio de un saber específico y complejo (teórico, técnico y práctico), que se logra a través de una formación superior, enriquecidas mediante procesos de formación permanente"; 3) "el quehacer profesional implica, a su vez, responsabilizarse individual y colectivamente por los procesos y resultados del mismo" (Assael y Guzmán 1996: 17); 4) los miembros establecen relaciones que contribuyen al desarrollo personal y profesional y a la regulación de su ejercicio.



CAMARGO, Marina et al. Universidad de la Sabana. Dialnet Formación permanente del docente.


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